NOTICIAS DEL PORVENIR
Es difícil sacar noticias de un poema
pero los hombres mueren miserablemente todos los días
por no tener aquello que tienen los poemas
William Carlos Williams.
Amé
He hecho transparente la cáscara del mundo
ahí donde horadé almas
logré encajar los pozos con tonos cristalinos
que cruzaron la tierra polo a polo
muchas veces con lágrimas
o vidrio de mis ojos
Tal vez nunca mi sombra fertilizó los árboles
tal vez nunca mi voz domesticara ímpetus
Si me senté en el suelo
fue por estar desnudo
por ser después de todo un puñado de algo
“¡yo también soy de tierra palpitante!” —creo que dije al cielo
y las nubes me hablaron a través de sus claros sin que yo lo quisiera
llovieron para mí sus espinas de sol
(nuestra loca respuesta)
E inmediatamente
me di cuenta del tiempo
de que la transparencia era pronto cubierta por su polvo
por su heno ceniciento
y en medio de algún sitio
encima de los hombros vi dormir camaleones
que confundían el cuello
con las diez mil escamas de mis días resecados
De preguntar
…de ahí vengo
de cómo es que una escama es semilla del agua
y un crustáceo dormido es afluente de sangre
de su espiral posible que recoda en un río
de la sorda ciudad y su paso apoyado justo en el mismo sitio
(como un niño que juega al salto de la cuerda)
de la urbe masculina de hombres callejeros
que llevan al bolsillo a las mujeres que jamás nadie ha visto
y dobladas libretas silenciosas, de hojas de hombrunas páginas
(y de pronto en el cielo
raras veces
un par de dulces ojos con párpados violeta)
La ciudad que enciende su luz para que yo me apague
dote de confesión que la noche dejó a mi nacimiento
De vislumbrar
…de ahí vengo
de empujar (mientras suda mi cuello)
este muro de carne
(mientras suda mi vida)
la sed que rabia en mí por los deseos
por mirar en mis vistas la progenie de todo
De poder ver, de ahí vengo
de observar durante años la viudez de las cosas
y el vestido de luto de la naturaleza
cada gota de muerte y de renacimiento
postergado en las cosas que son hombres
y días que son mujeres
Y aquí, aquí vine
sólo por un segundo
cargando mi valija de océanos con retraso
repleta de latencias, de posibilidades
puente para los labios
pendiente de lazos invisibles o acaso inexistentes
y crepúsculos de antes que yo traduzco ahora
al abrir mi valija como un tablero plegado en mis rodillas
Vine a hablar a la edad (y no para hablar de algo)
a la rama de pino que queda labio a labio
y deja que las bocas permanezcan abiertas
como trampas
…e involuntariamente (y no pretendo)
vine aquí a buscar el entonces
y si no fui más dentro es porque nunca supe
ni proclamar ni vislumbrar ni poder ver
y no quise tocarte
Sino que decidí buscar las apariencias
donde la vida quieta es inquieta
y donde esa inquietud vuela dormida
y fui casi un sonámbulo pisando tierra y mármol
lodo, asfalto, adoquín y costras de los días
cabezas, ideas de hombres
después de todo, suelo
…involuntariamente (y nada más deseé)
Y si he sido sonámbulo
fue para que no te adelantaras con tus manos a mí
para que no tocaras dentro
como a ciegas
sin antes empujar la pared de tu carne
o me besaras porque sí
dormida
como un mudo crustáceo que aguarda en la sequía
tal vez hasta sin nombre
y menos aquí, ahora
Y si me senté en el suelo
fue también para que el suelo, conmigo, transcurriera
Y si el musgo llegó a decirme “piedra”
tal vez habría de ser que nunca vio mi llanto
ni me vio ver por años
parejas caminando en las plazas abiertas (como trampas)
y trenzados sus brazos compartiendo una sombra casi negra
que no era sino amor
o quizá algo sin nombre
…O cuando yo mismo repasaba este suelo
ya por mí oscurecido desde el primer abrazo que hube dado
hasta la madeja de tus cabellos grises
que en mi cielo de sangre
voló hacia la garganta buscando una salida
y hoy me seca el agua que corre
siempre dentro
adonde ya no llueve o poco
cuando te digo río o recodo de río
(y eso por no pensar que Dios en ti es mujer)
Este suelo que ignoré por tantos días
cuyos declives imitan e imitaban mi boca…
…O tarde, y cuando ahora van cayendo mis brazos
que antes tenía hacia arriba
en nombre de los tiempos que me empujan
a mí y a mi muro de carne que empieza ya a cuartearse
(pues lo hice de edad al fin y no de carne)
que me empuja y lo empujo
mientras ambos sudamos
nos conducimos, creo
a un desfiladero o hacia alguna región que ya no es de la tierra
y cuyo nombre aún me obligaré a encontrar
en la paz de los sitios o de las dimensiones
y en la agitación de los soles contados y reiterativos
que traga siempre ese gran precipicio o ciénaga
que es el horizonte
…cuyo nombre aún me obligaré a encontrar
en las finas gotas de luz
finas espinas blancas de las que ya estoy lleno
como un hombre azotado por refulgente látigo
como un ave desnuda en un nido de plumas
…O cuando, como ahora, veo
que de mi bostezo ha germinado un trébol
y a una flor diminuta le ha dado vergüenza
como ahora que veo que mi bostezo no ha sido solamente
ese vaho de mi sueño
sino la mano del mundo que me ausculta la vida
con sus dedos de aire
abriéndome la boca (y dejando después, eventualmente
una rama de pino)
Cuando me veo aquí
aquí en medio universo
de donde no es posible aislarse demasiado
y noto que han transcurrido horas enteras
y es ya casi oscuro
que han transcurrido las horas casi idénticas
a ese montón de miles
que he visto pasar y a ese montón de miles
que sin querer espero…
y cuando volteo a mi alrededor
y no encuentro otra cosa más que tierra
más que pequeños encharcamientos de lodo
(llovió algunos minutos) y también
casi por todas partes
esa vida que brota irremediablemente aquí y allá
esa hierba acaso anónima
o acaso innecesaria que crece a ras del suelo
a ras de nada
y expresa humildemente que el mundo
es justo el páramo recóndito y a la vez cercano
donde la tierra palpita y la quietud es inquietud
que vuela al fin dormida
y que por sí sola tiende a ser así virgen
a renacerse sola
mientras nadie la toque
(por lo que he decidido yo tampoco tocarte)
esa que muchos llaman mala hierba
es la vida y el barro
y es además el tiempo
resumen de la voz de la tierra:
esa modesta vida es toda porvenir
Cuando todo eso ocurre
no puedo yo evitar pasarme las manos por el rostro
(¿o es que ya lo he hecho?)
y pensar y pedir el recuerdo de todo y cada cosa
solicitando
que no me olvide nada
que todo me recuerde
aunque tal vez no ahora
pero sí en esos días que aún no están presentes
en los milagros y jornadas que el sol no ha sucedido
No puedo hacer otra cosa más que escrutar mis manos
y convencerme
de que en ellas he amado
Y estoy sorprendido
de haber hecho transparente (al levantarme e irme)
el sitio de mi sombra
Me he puesto los zapatos que nunca me he quitado
y, a mis espaldas
ya acaso lejos, dije:
tú tampoco me olvides, mala hierba.