PRESENCIAS
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No salvas a alguien de su desolación; caes en ella.
- Aprender de alguien es difícil cuando también se le puede condenar.
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No me permito rechazar lo que envidio. Lo trato con prisa.
- Hay dadivosos que se rehúsan a recibir nada. Ante ellos siempre resultaremos mezquinos.
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La gente se avergüenza más de su linaje de esclavos que de su linaje de tiranos.
- Cuando estamos juntos, todo lo solitario me parece más valiente; cuando estoy solo, todo lo acompañado me parece un tanto pusilánime.
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No hay ciudad sin desesperación.
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Esos cuyo único recurso es corregir nuestra gramática.
- Para algunos Dios está sin existir. Dios sólo está para dar señales de que existe: “Dios, si en verdad existes, por favor dame una señal”, dicen algunos. No los critico. ¿Por qué creer tendría que ser un estado de enamoramiento abnegado y de incertidumbre entre el abandono y la compañía? ¿De qué sirve estar satisfecho si no quedara siempre ‘algo más’?, ¿de qué sirve apoyar firmemente la escalera si no lo hacemos en el punto correcto? Si uno se vacía la vida sólo un poco, no la podrá llenar mucho.
- Mi sueño no es etéreo, me acuesto mirando a un pozo: si tuviera los ojos en la espalda dormiría boca arriba.
- No sé que preferiría: recibir mil cartas o ninguna.
- Imposible mirar mucho tiempo a un indigente a los ojos, alguien a quien la vida desposeyó de bienes materiales y de bienes de amor; imposible hacerlo sin sentir vergüenza por lo humano y sin que su desdicha nos penetre el alma si en verdad nuestras pupilas se abrieron. Como toda ventana vista por afuera, los ojos antes de revelar un interior son primero espejos. No se deja de sentir piedad o espanto por aquellos que, todavía con vida, representan penosamente la muerte.
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La gente sin fortuna que se empeña en predecir nuestra fortuna.
- Quienes después de hacerles un pequeño favor te saludan y sonríen para siempre.
- Los secretos existen porque un secreto es difícil de guardar.
- El ridículo se inventó para los vanidosos.
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Ser extranjero en México es acceder gratuitamente a un cierto tipo de fama.
- Perdone, ¿cree que podría darme un par de sesiones adicionales sobre el despego? Como puede ver, creo que las necesito con urgencia.
- Estamos en deuda con quienes vaticinaron nuestras deudas.
- Le ofendía en lo más íntimo que le llamaran egocéntrico.
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No mires de frente al enemigo sino por detrás de él.
- La contemplación es la forma más sincera de la admiración. La admiración no tiene por qué ser activa.
- Georges Perros, a quien profeso sentimientos paternos, nació el día que mi padre murió, y murió el día en que yo nací.
- En cierta forma los testigos voluntarios son culpables. Quien se queda a atestiguar algo, incluso su vida misma, es responsable del cargo de su inacción.
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Tenía el don de convertirlo todo en laberinto.
- Solía referirme a los demás como prójimos. Ahora sólo es gente. Espero, sin embargo, que la vida me devuelva el orden original.
- Hay quien confunde su biografía con su biósfera.
- Educar, hacer cambiar de deseos.
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No todos los que llegan tarde a las citas son perezosos o irresponsables. Hay quien lo hace así pues, al no tener nada interesante en la vida, deposita en su vacío una prisa que sustituya la inquietud de aventuras verdaderas, de modo que un retardo sea la consecuencia de una agitación (o incluso de una culpa) de la que se le pedirá especial cuenta, con lo que él sentirá, finalmente, que se le ha reconocido con algo especial, así sea un regaño o una preocupación y, de ese modo, pueda acercarse truculentamente más al amor que a la indiferencia; y porque, fuera de esto, todo sería solamente ordinario: irresponsabilidad y pereza.
- Un asaltante que te habla de usted respetuosamente y sin trazas de eufemismo.
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Una madre guapa que disfruta con la fealdad de su hija.
- Padres en lugares públicos que niegan u ocultan a sus hijos en pos de mejores oportunidades de flirteo.
- La preponderancia con que la belleza física se abre paso en el destino es algo absurdo: cómo un milímetro más allá o más acá en los rasgos hace llevar una vida completamente distinta de muchas otras. Lo mismo sucede con las palabras: cómo una variación mínima de una letra o de un sonido acaba por transformarlo todo.
- Los zurdos acceden más fácilmente al misterio de las cosas porque las toman “como hay que tomarlas” y también como ellos sienten naturalmente tomarlas.
- Hacer bien tu trabajo no te hace buena persona. Empatar vida y obra es casi insostenible. Si por un lado es inevitable que lo que desempeñes te exprese, por otro, mucho de lo que te parece encantador proviene de alguien cuya personalidad te asquearía.
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Los que en un solo segundo devoran o aniquilan nuestra intimidad tallada durante años.
- Olvidar pagar, y además, no llevar dinero.
- Premio: “ganarse a la gente”.
- Ancianos confianzudos que reanudan un mismo diálogo, casi monólogo, con quien sea, cuando sea, desde el punto que sea.
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Siempre hay un error para quien lo necesita.
- En mis agendas de actividades suele repetirse entre una y otra anotación: “rezar, y leer”, como si tendiera a olvidarlo y debiera siempre obligarme a ello.
- Toda droga es nociva si no despierta constantemente una nueva conciencia.
- Presas fáciles de engaño: quienes se persignan delante de las iglesias, quienes usan bisoñé, quienes todo el tiempo toman fotos de sí mismos, quienes coleccionan muñecos de peluche, quienes coleccionan cualquier cosa.
- A veces cuando le hablo a Dios me pongo ante el espejo para que pueda verlo en mí. En ninguna otra parte mejor: circunscrito en mis ojos, Dios en mi dios y en mí, sin pesar, ni vanidad ni vergüenza en mi cuerpo mortal.
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Por más que me sincere, no dejo de sentir que le hablo a Dios sobornándolo o dándole lástima.
- Era tan pudoroso que le hablaba a Dios de usted.
- Sólo con Dios podemos deshacernos en agradecimientos.
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Imagen: rezar deprisa para que se nos cumplan los deseos deprisa.
- Eso que a veces llaman fe no es sino el poder de consumo de alguna fe.
- Un amigo acompaña más que una religión, porque un amigo es una religión con todo y dios.
- Así nos abramos y nos demos del todo, siempre habrá quien, inclinado hacia el misterio, prefiera crearnos algún secreto donde no lo había. El misterio es su forma de contacto. Por una extraña razón respetamos que se alejen para que nos sientan cerca. No les podremos reprochar: “por qué te escondes” o “te sorprendí espiando mis cosas”; nos tragaremos las intenciones de confrontarlos o de evidenciarlos. Los secretos son su herramienta y su propio derecho de buscar.
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Amaba tanto a su dios que a menudo le preguntaba: “¿cómo estás, amor mío?, ¿cómo te ha ido últimamente?”